CALIDAD DE VIDA Y DESARROLLO SOSTENIBLE
Si el indicador fundamental del desarrollo sostenible es la calidad de vida, entonces el desafío es no destruir los recursos del ecosistema y hábitat social que hacen posible la vida y que hacen además a la vida digna (Agenda 21). Ello plantea la necesidad de identificar una serie de factores dinámicos del desarrollo y comprender sus formas de articulación. La calidad de vida depende de muchos factores, y entre ellos de dos fundamentales: la distribución de la riqueza y los ingresos, y por otro lado las oportunidades sociales. En la medida en que una sociedad pueda llegar a tener mejores niveles de distribución y mayores oportunidades sociales, en esa medida se van ampliando los márgenes para tener una calidad de vida sustentable.
Sin embargo, no se trata de procesos aislados. Para poder hablar de calidad de vida también hay que tener una sociedad que se mueve en condiciones de competitividad. Sin embargo, no es cualquier tipo de competitividad la que va a tener capacidad de generar esa calidad de vida. Debe tratarse de una competitividad auténtica, que genere procesos de distribución y oportunidades sociales. Por lo mismo, resulta necesario hablar de competitividad laboral. La clave estriba en una competitividad lograda, no sobre las espaldas de una fuerza de trabajo barata, mal educada, con bajos niveles de salud, sino, por el contrario, con el concurso de una fuerza de trabajo educada, con indicadores de salud altos y, además, con capacidades, habilidades y destrezas para estar en capacidad de jugar dentro de este proceso de globalización.